Después de un tiempo tomando café y recibiendo con él una galletíta de cortesía, he dejado de recibir tan suculento detalle. Sorprendido al
principio, preocupado más adelante, decidí acudir a mi médico de cabecera para que me realizara los análisis pertinentes para, por sí
acaso, tenía diabetes o alguna otra problemática sanguínea. Ya se sabe que la sabiduría de los hosteleros es legendaria y podrían haber
detectado alguna anomalía en mi cuerpo, aunque sin el valor para decírmelo, pero muy diplomaticamente, retirarme de mi dieta esa dulce galletita. Tras obtener los resultados pertinentes, y comprobar, que salvo los achaques normales de la edad, estaba completamente sano;
Comencé a pensar durante varios días de mi vida, a que se debía aquella negación de galletita con mi café. No conseguí llegar a ninguna
conclusión más que la económica, he probado en otros bares y comprobé que, ¡ponen galletita!. Que extraño. ¿No?